29.12.14

La palabra 'Dios', según el positivismo lógico


La palabra «Dios» es otro ejemplo. Haciendo caso omiso de la variedad de empleos que ha tenido en tanto órdenes, podemos distinguir sus usos lingüísticos a través de tres contextos distintos, de tres situaciones históricas que incluso llegan a coexistir parcialmente en el orden temporal. En su  uso mitológico la palabra tiene un significado claro. En ocasiones ella misma -o los términos equivalentes de otros lenguajes- es utilizada para designar a seres corpóreos que están entronizados en el Olimpo, en el Cielo o en los Infiernos y que se hallan dotados en mayor o menor grado de poder, sabiduría, bondad y felicidad.

En ocasiones se la utiliza también para designar a seres espirituales que, a pesar de no tener cuerpo semejantes a los humanos, se manifiestan en alguna forma en cosas o procesos del mundo visible y resultan, por consiguiente empíricamente comprobables.

Por el contrario, en su uso metafísico  la palabra «Dios» designa algo que está más allá de la experiencia. El vocablo es deliberadamente despojado de cualquier significado relativo a un ser corpóreo o a un ser espiritual que se halle inmanente en lo corpóreo, y como no se le otorga un nuevo significado deviene asignificativo. A menudo puede parecer que la palabra «Dios» también posee significado en el orden metafísico, pero ante una cuidadosa inspección las definiciones establecidas al respecto han demostrado ser pseudodefiniciones. Ellas conducen o a secuencias de palabras lógicamente ilegítimas [...] o a otras expresiones metafísicas (por ejemplo: «la base primordial», «lo absoluto», «lo incondicionado», «lo independiente», «lo autónomo», y así sucesivamente), pero jamás a las condiciones de verdad de su proposición elemental. En el caso particular de este vocablo ni siquiera se ha satisfecho la primera exigencia de la lógica, o sea la de la especificación de su sintaxis, es decir, de la forma como aparece en su proposición elemental. En este caso la proposición elemental debería tener la forma «X es un Dios»; sin embargo, el metafísico rechaza completamente esta forma sin sustituirla por otra o, si llega a aceptarla, no indica las categorías sintácticas de la variable X. (Son categorías, por ejemplo: cuerpos, propiedades de cuerpos. Relaciones entre cuerpos, números, etc.)

El uso teológíco de la palabra «Dios» se sitúa entre el uso mitológico y el metafísico. No hay aquí un empleo propio, sino una oscilación del uno al otro de los usos mencionados. Algunos teólogos tienen un concepto de Dios claramente empírico (esto es, mitológico, de acuerdo con nuestra terminología). En este caso no nos hallamos ante pseudoproposiciones, pero la desventaja para el teólogo consiste en que, de acuerdo con esta interpretación, las proposiciones de la teología son empíricas y, por lo tanto, quedan sujetas a las decisiones de la ciencia empírica.

El empleo lingüístico que otros teólogos hacen de este término es claramente metafísico. [...]

Tal y como los ejemplos ya examinados de «principio» y de «Dios», la mayor parte de los otros términos específicamente metafísicos se halla desposeída de significado, por ejemplo, «la Idea», «el Absoluto», «lo Incondicionado», «lo Infinito», [...].

Las pretendidas proposiciones de la metafísica que contienen estas palabras no tienen sentido, no declaran nada, son meras pseudoproposiciones”.

Rudolf Carnap, La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje, en A. J. Ayer (dir.), El positivismo lógico, Fondo de Cultura Económica, México 1965.

La Institución Libre de Enseñanza (II): Principios


La Institución de Libre Enseñanza (ILE) no tuvo su vida como una mera academia en donde se impartían clases. Su innovadora pedagogía y su espíritu librepensador y crítico se difundieron mucho más lejos de sus puertas y enriquecieron no sólo a sus alumnos, sino a la sociedad general. En esta nota vamos a recoger algunas de las orientaciones y principios básicos que guiaron a Francisco Giner de los Ríos, como dijimos, su principal valedor y corazón de la Institución.

Como nos dice Antonio Jiménez García (El Krausismo y la Institución Libre de Enseñanza, Cincel, Madrid, 1985; todas las citas corresponden a esta obra, excepto donde se señala), la idea básica era “educar al hombre por el hombre, a partir del desarrollo integral de las propias aptitudes y capacidades”. Si se quería cambiar la sociedad era imprescindible educar a los hombres y hacerlos libres y espontáneos; no era posible alcanzar aquel ideal recurriendo a revoluciones desde el poder. Todo debía comenzar en la base, desde abajo. España tenía que remodelarse, hacerse de nuevo, hacer de ella lo que nunca había sido, esto es, una sociedad abierta y tolerante, receptiva a los cambios e innovaciones procedentes de Europa. Sólo la educación podrá permitir este objetivo.

Giner aplica los principios pedagógicos procedentes de algunos ilustrados europeos, como Comenio (siglo XVII), sin olvidar a Rousseau (s. XVIII) o Pestalozzi (finales del XVIII comienzos del XIX). Estas influencias las aglutinará y solidificará en torno a los ideales del krausismo, y que partirán del método pedagógico de Friedrich Fröebel (1782-1852), quien fue discípulo ferviente de Krause.

Un adulto es, se pensaba en la Institución, lo que de niño hubiese aprendido. Y, en buena parte, ello parece ser así, de modo que muchas de sus energías se encaminaron a las enseñanzas de párvulos. Seguiremos aquí los puntos que enlista Jiménez García a propósito de los principios educativos de la Institución, a saber:

1)     Educación e instrucción

Muy importante fue esta distinción en toda la vida de la ILE y en todos sus miembros. En efecto, eran muy conscientes, tanto que dedicaron sus más vivas críticas al sistema de la enseñanza tradicional, el cual veía al niño como un “recipiente vacío al que, desde pequeñito, hay que convertir en un almacén de conocimientos y saberes”. Un almacén, como algo pasivo, como algo (el niño y la niña) que reciben la información fríamente. Giner de los Ríos definía a ese sistema (en su obra de 1886 Estudios sobre Educación [EE]) como “memorista, mecánico, dedicado a nuestras facultades inferiores, para las cuales se digna promulgar… la verdad, oficialmente averiguada y definida, librándonos de aquel trabajo de buscarla por nosotros mismos, que Lessing reputaba al más característico de los seres racionales”.

La idea básica no es introducir en el alumno ese saber cuantitativo, acumulativo, sino ayudarle para que se forme como persona libre gracias a la educación adecuada, que le permita moverse ágilmente en la sociedad.

2)     Educación activa

Como hemos dicho, la metodología de enseñanza tradicional convertía el proceso de aprender en algo pasivo; la actitud misma del alumno es pasiva, puramente receptiva. El alumno recibe el conocimiento… no va a su encuentro. Giner de los Ríos defenderá, por el contrario, alcanzar el saber por un medio activo, motivando al niño siguiendo el método socrático y la intuición, una intuición clave en la enseñanza, pues ella estimula el genio creativo e innovador del alumno. En efecto, como nos dice Giner de los Ríos en EE, el método intuitivo “rompiendo los moldes del espíritu sectario, exige del discípulo que piense y reflexione por sí mismo… que investigue, que arguya, que cuestione, que intente, que dude...”.

3)     Educación integral

¿En qué consistiría el ideal de educación integral, base del pensamiento antropológico krausista? Sobretodo en “formar un hombre armónico, que desarrolla en plenitud el espíritu y el cuerpo, la razón, el sentimiento, la voluntad, el carácter, el sentido estético y moral de la vida, el adiestramiento manual, el cultivo de los oficios…”. Dado que el objetivo es esa educación holista, nada puede quedar fuera. Así, por ejemplo, el “desarrollo de la personalidad individual, nunca más necesario que cuando ha llegado a su apogeo la idolatría de la nivelación y de las grandes masas” (De los Ríos, EE).

4)     Educación en libertad

Es parte integrante de la educación activa; el alumno debe poder disfrutar de esa libertad, la que le permite no recibir imposiciones dañinas por parte del profesorado ni, por supuesto, cualquier tipo de actitudes coercitivas que lleven al castigo físico o emocional. Pero, desde luego, ser libre en el sentido descrito también conlleva ser responsable de sus actos, independientemente de la edad del alumno.

5)     Educación neutra

Una educación es neutra cuando es secular, cuando no se adscribe a un particularismo religioso, filosófico o político. “La tolerancia religiosa… tiene que ser una condición esencial de la enseñanza. La enseñanza laica es la que puede hacer posible el espíritu de tolerancia, que debe ser la base de la convivencia social española. La enseñanza confesional o dogmática debe ser erradicada del Estado, tanto en los centros públicos como en los privados.

Sin embargo, Giner de los Ríos es muy consciente que los profesores aconfesionales pueden terminar incurriendo en el mismo defecto de sectarismo que quieren erradicar, incluso con mayor gravedad.

6)     Escuela unificada

No hay separación estanca entre un niño, un muchacho y un adolescente. Se trata de un proceso gradual que permanentemente va aconteciendo por lo que, en el ámbito educativo, no cabe separar tampoco entre la edad de párvulos y la primera y segunda enseñanza. No hay etapas, no hay contenidos distintos o propios que aplicar a cada una de ellas (excepto aquellos en función de la dificultad, naturalmente), sino que es un proceso gradual de aprendizaje.

7)     Co-educación

Era habitual en la enseñanza tradicional sentir rechazo y repulsa ante la noción de co-educación. La calificaban como “anti-moral, anti-higiénica y contra natura”. Sin embargo, Francisco Giner de los Ríos veía en la presencia combinada de niños y niñas en el aula una circunstancia perfectamente normal y deseable. A fin de cuentas, ambos conviven en las casas, en las calles en los juegos, etc. No había, sostenía, razón ninguna para separarlos en clase. Además, De los Ríos era muy “partidario de la educación de la mujer y de su elevación social, y esto sólo se podía conseguir de la co-educación”.

8)     Educación y familia

No tenía la ILE la pretensión de suplantar la educación que el alumno pudiera recibir en su casa y en la familia. Por este motivo, era contrario al internado del mismo. El entorno familiar y casero representaba para el niño lo que la esfera profesional y las complejas relaciones sociales para el hombre. La vida familiar era esa esfera insustituible, un lugar sagrado de las intimidades personales…

Además de todo esto, es preciso mencionar unas pocas directrices metodológicas. Se quiso limitar el número de alumnos por aula a los menores posibles, promoviendo así una mayor cercanía del profesor con sus alumnos, un trato más personal y directo. Por otro lado, había un rechazo total a los exámenes, puesto que ellos estimulaban precisamente lo que ILE pretendía suprimir, esto es, el conocimiento puramente acumulativo y memorístico, pasivo, además de crear una falsa competitividad. También los libros de texto fueron eliminados, dado que su contenido forzaban al alumno a seguir un esquema de intereses predeterminado, así como una orientación concreta en su aprendizaje, contrario al espíritu de libre indagación de la ILE.

Para terminar esta nota resumamos, como hace Antonio Jiménez García, el espíritu pedagógico de la Institución bajo la figura de Giner de los Ríos, en un breve texto de Manuel Bartolomé Cossío en su trabajo De su jornada: “trabajo intelectual sobrio e intenso; juego corporal al aire libre; larga y frecuente intimidad con la naturaleza y con el arte; absoluta protesta, en cuanto a disciplina moral y vigilancia, contra el sistema corruptor de exámenes, de emulación, de premios y castigos, y de espionaje, y de toda clase de garantías exteriores; vida de relaciones familiares, de mutuo abandono y confianza entre maestros y alumnos; íntima y constante acción personal de los espíritus, son las aspiraciones ideales y prácticas a que la Institución encomienda su obra”.

''Ser y Tiempo'', de Martin Heidegger, por Jorge Eduardo Rivera



Una clarificadora y muy amena presentación del pensamiento que el alemán Martin Heidegger, uno de los filósofos más importantes del siglo XX, sino el mayor, vertió en su obra cumbre, "Ser y Tiempo". Jorge Eduardo Rivera, traductor y comentador de dicha magna obra, nos habla con frescura y familiaridad de un pensamiento tan complejo como el del gran Heidegger, haciéndolo accesible y comprensible.

Diálogos de Platón (VI): "Gorgias"

Gorgias es el cuarto diálogo más extenso de toda la obra platónica. Con Gorgias se inicia el grupo de diálogos que se consideran " de ...